LA CATARSIS DEL CARNAVAL

La catarsis del carnaval


El Siglo, 13 de febrero de 2018.
Sigamos fortaleciendo la educación en valores desde nuestros hogares, comunidad y trabajo
Los carnavales resultan ser sagrados para los panameños. Esto se explica por nuestra idiosincrasia festiva enraizada en una larga tradición cultural, pero también constituye una oportunidad para hacer catarsis social.
Son un evento que ha venido recogiendo de manera sincrética elementos de nuestra herencia multicultural que han evolucionado en el tiempo y se han expresado en los tradicionales culecos y mojaderas, los desfiles de carros alegóricos, las comparsas y tunas, las reinas de Calle Arriba y Calle Abajo, los bailes populares, los fuegos artificiales, el entierro de la sardina, etc.
Además de recrear las tradiciones, pueden significar altos réditos económicos para determinadas empresas a las cuales iría a parar un alto porcentaje de los 300 millones de ingresos que se generan, amén de los 100,000 empleos indirectos de carácter temporal que se crean.
También representa un mecanismo de aliviar tensiones de carácter político a través del efecto ‘pan y circo' entre la población; o es aprovechado por los precandidatos para hacerse promoción.
Significa espacios de diversión y esparcimiento a través de la participación directa en las actividades de carnaval (800,000 personas acuden a la Cinta Costera y 1.7 millones viajan al Interior).
Es una oportunidad de hacer turismo nacional e internacional, o bien un simple disfrute de un descanso en casa.
Indistintamente de los intereses de cada cual, lo cierto es que los seres humanos requerimos de mecanismos psicológicos para alcanzar nuestro equilibrio emocional, puesto a prueba, ahora más que nunca, por la compleja, exigente, perpleja y caótica sociedad en que vivimos.
Se tiende a criticar el descontrol o desenfreno exacerbado que se produce en estas fechas. El desahogo de las penas y la evasión de los problemas cotidianos a veces no se hace de la mejor manera. Nos dejamos llevar por la manipulación mediática, las presiones de grupo, la baja autoestima o la incapacidad de manejar conflictos.
Lo cierto es que sin este momento de catarsis social no sería posible que el panameño de a pie, sobre todo, pudiera volver a enfrentar su dura realidad. Ella es necesaria por nuestra salud mental y como colectividad, pero para superar positivamente los problemas.
Sigamos fortaleciendo la educación en valores desde nuestros hogares, comunidad y trabajo; busquemos el equilibrio en nuestras vidas y en la de nuestros semejantes; y enfrentemos los problemas sociales de manera colectiva.
Anayansi Turner
Abogada y docente universitaria

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