EDUCACIÓN SUPERIOR: ¿BIEN PÚBLICO O MERCANCÍA?

Educación superior: 

¿bien público o mercancía?



El Siglo, martes 26 de junio de 2018 

Con Córdoba se introdujo la democratización de la enseñanza, que permitió el arribo de las clases medias a las universidades

La reforma universitaria surgida a raíz de Córdoba, hace 100 años, introdujo en América Latina un nuevo tipo de universidad que superó el modelo napoleónico o profesionalizante, eminentemente elitista, heredado de los procesos independentistas.
Con Córdoba se introdujo la democratización de la enseñanza, que permitió el arribo de las clases medias a las universidades. Su función de formadora de los recursos humanos requeridos por el Estado y el capital no desapareció, sin embargo, se instala en ellas un aparato crítico, amparado por la autonomía y cogobierno universitarios, que ejerce un papel contestatario frente a regímenes autoritarios que nos han gobernado.
El modelo privatizador y neoliberal se impuso en nuestros países, a partir de los 90s del siglo pasado hasta nuestros días, favorecido por los organismos de crédito internacional y la OMC, considerando a la educación superior como simple mercancía. Las universidades públicas han perdido protagonismo ante la proliferación de universidades particulares.
La UP ha formado parte del grupo de universidades latinoamericanas que se ha venido oponiendo (París, 1998; Cartagena, 2008; Córdoba, 2018) a la privatización de la educación superior, concibiéndola como un ‘bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado'.
Sin embargo, en los hechos, la UP no ha escapado de esta ola privatizadora, ya sea abandonando su rol constitucional fiscalizador o avalando indiscriminadamente la oferta académica de más de 30 universidades particulares; introduciendo el modelo de educación por competencias en la ‘transformación curricular'; añadiendo nuevas funciones a la UP como la de ‘producción y servicios' para poder brindar consultorías y asesorías al sector público y privado; privatizando algunos servicios como cafeterías y farmacias; convirtiendo la autogestión como prioridad en la actividad de Facultades e institutos de investigación, entre otras cosas, a pesar del discurso populista de sus autoridades en los últimos 20 años.
Coincidimos con Pedro Luis Prados, quien se refiere a la crisis funcional que padece la UP: ‘Estrangulada por sus propias contradicciones, la universidad neoliberal se debate entre las utopías políticas del pasado y las demandas acuciantes de un presente cuyas realidades no puede descifrar. En esa tensión se mece un número plural de intereses que subordinan los grandes objetivos de la universidad a la pugna por los espacios políticos de agrupaciones administrativas y docentes en las cuales priman, más que los criterios ideológicos, los vínculos de los clanes partidistas y/o familiares'.
Anayansi Turner
abogada y docente

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