DESIDERÁTUM 2019

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El Siglo, martes 1 de enero de 2019

Se ha hecho tradición que al concluir el año viejo, en un acto de desprendimiento y generosidad, transmitimos nuestros deseos de felicidad 
Se ha hecho tradición que al concluir el año viejo, en un acto de desprendimiento y generosidad, transmitimos nuestros deseos de felicidad y prosperidad a nuestros familiares, amigos y conocidos, para el año que recién inicia.
¿Y qué mejor manera de proporcionar esa ‘felicidad' inicial que inundando de regalos a los seres queridos?
Sin embargo, como en todo, la felicidad es relativa. Hay ‘disparadores de felicidad' o de hormonas en nuestro cuerpo, como la serotonina, endorfina u oxitocina, que nos generan la producción de un bienestar momentáneo, a través de las diferentes fuentes de placer, ya se trate de la comida, el sexo, o hasta los regalos (tal como nos ha hecho creer el mercado). Asimismo, estas fiestas de fin de año nos hacen escapar del diario vivir y nos sentimos ‘en las nubes', por el acercamiento social y afectivo, ya se trate del beso o abrazo de los seres queridos, la cena navideña en familia o los mensajes de buenos deseos de los amigos transmitidos por las redes sociales.
Pero, ¿cómo puede perdurar ese sentimiento de bienestar en el tiempo? Es decir, cómo puede la felicidad personal mantenerse al margen de nuestro entorno, o sea, de las condiciones materiales en que vivimos?
Ya decía Ramón de Campoamor, que ‘todo es según el color del cristal con que se mira', por tanto, la condición de bienestar percibido por alguien nacido en cuna de oro no es igual a la de quien tiene que agachar duro el lomo para llevar los frijoles a casa. Y estas diferencias de percepción no se anulan con los discursos de autoayuda. No creemos que la riqueza material pueda suplantar a la riqueza espiritual, pero ésta sí debe tener un sustrato material. Mientras mejores condiciones económicas tengamos como colectividad –y no como élite-, más podemos crecer espiritualmente, y viceversa.
En el caso de nuestro país, a pesar de las profundas limitaciones estructurales existentes y siendo realista en este año electoral, deseamos que los panameños y panameñas en edad de decidir, emitan un voto consciente, por representantes auténticos sin historial de corrupción y cuya trayectoria de lucha al lado de los más caros intereses de nuestro pueblo, avale promesas de campaña destinadas a hacer cambios sustanciales dirigidos a democratizar el poder político, lo cual sólo será posible a través de una Asamblea Nacional Constituyente ampliamente participativa. ¿Existirán estos candidatos? 
Anayansi Turner
Abogada y docente universitaria

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