Otra invasión no: salida negociada a la crisis de Venezuela

El Siglo, martes 5 de febrero de 2019 

La operación ‘Causa Justa' tenía como propósito ‘restaurar la democracia' y ‘deponer la tiranía de Manuel A. Noriega', según USA

El pueblo panameño vivió en carne propia la agresión militar directa de Estados Unidos de 1989, la ocupación que trajo consigo y sus secuelas de muertes, lesionados y cuantiosos daños morales y materiales.

La operación ‘Causa Justa' tenía como propósito ‘restaurar la democracia' y ‘deponer la tiranía de Manuel A. Noriega', según los norteamericanos. 29 años después, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA ha reconocido lo ilegítimo de la invasión y ha instado a los EU a realizar las reparaciones correspondientes, sin embargo, las ofensas inferidas (muertos que no podrán ser revividos) y las heridas al orgullo nacional ocasionados (cipayismo de los gobiernos post-invasión) no pueden ser resanadas retroactivamente ni con todo el oro del mundo.

Honda preocupación causa el repique de los tambores de guerra en los altos mandos civiles y militares de la Administración Trump, con la complicidad de los países latinoamericanos que integran el grupo de Lima, para instrumentar unaa inminente intervención militar norteamericana en Venezuela, con el fin de deponer al gobierno de Nicolás Maduro y respaldar al ‘autoproclamado' Juan Guaidó como Presidente de ese hermano país.

Indistintamente de consideraciones políticas a favor o en contra del gobierno de Maduro, lo cierto es que es al pueblo venezolano a quien le compete decidir quiénes deben ser sus autoridades sin interferencias extranjeras, conforme a los principios de autodeterminación de los pueblos y de no intervención en los asuntos internos de los países, mismos que han sido asumidos por la comunidad internacional a través de la Carta de la OEA y la ONU, respectivamente, con la finalidad de asegurar la convivencia pacífica entre las naciones.

El gobierno panameño se ha extralimitado en sus funciones. No sólo ha transgredido estos instrumentos jurídicos garantes de la paz internacional, sino que ha infringido el régimen de neutralidad del Canal, incompatible con la presencia militar extranjera en el país, concretamente en Darién.

Nos unimos a las voces que claman por salidas dialogadas y pacíficas a la crisis venezolana, como las del Papa, los Presidentes de México y Uruguay y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Aunque las mismas parezcan imposibles, una férrea voluntad de diálogo puede mover montañas. No repitamos la experiencia panameña. 

Anayansi Turner

Abogada y catedrática en UP